martes, 23 de junio de 2009

Mensajeros veraces con un mensaje veraz

"Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño,

sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio,

así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios,

que prueba nuestros corazones.

Porque nunca usamos de palabras lisonjeras,

como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo;

ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros,

ni de otros..."


1 Tesalonicenses 2:3-6


Esta es una de las necesidades más grandes de la iglesia actual. Siervos de Cristo dispuestos a pagar el precio que sea necesario con tal de decir la verdad de Dios.
El apóstol Pablo era uno de ellos, su mensaje era veraz, absolutamente inerrable, palabra fiel y digna de ser recibida por todos. Completamente puro, libre de contaminación o adición alguna. Y definitivamente transparente y sincero, sin dobleces ni segundas intenciones.
Estas tres características son propias del mensaje que cada siervo del Señor Jesucristo está llamado a predicar. Se debe estar consciente que no es nuestra opinión la que debemos proclamar, tampoco nuestra verdad o lo que la sociedad define como verdad, sino la única verdad absoluta, la verdad de Dios inmutable y trascendente. Por esta verdad vale la pena pagar cualquier precio que nuestra tarea demande. Por ello, se requiere también de portavoces veraces, que teman a Dios y no a los hombres y que busquen la gloria de Dios no el aplauso de los hombres.
Este tipo de siervos son los que escasean en el día de hoy. Es más fácil buscar agradar a los hombres y evitar su rechazo antes que ser fieles al Señor y pagar el precio.
Paul Washer hace un urgente llamado a los siervos de Cristo para que estén dispuestos a pagar el precio sea cual sea para que Cristo sea glorificado por la proclamación de su palabra.

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